¿Por qué, de pronto y sin causa aparente, nos cuesta conciliar el sueño o dormir bien?

triton bm • 16 de julio de 2025

Aunque puede parecer que no hay una razón clara, las dificultades para dormir rara vez surgen "sin causa". El sueño es una función biológica altamente sensible a múltiples factores físicos, emocionales y ambientales. A veces, pequeñas alteraciones pasan desapercibidas a nivel consciente, pero influyen profundamente en la arquitectura del sueño.

 

Causas fisiológicas comunes de los trastornos del sueño

1.   Alteraciones hormonales: Cambios en melatonina, cortisol, tiroides o incluso la insulina pueden afectar el inicio y la calidad del sueño.

2.   Desajuste del ritmo circadiano: El cuerpo tiene un reloj interno que regula los ciclos de sueño-vigilia. Cambios en horarios, exposición a pantallas o viajes pueden alterarlo.

3.   Trastornos neurológicos leves: Microdespertares por movimientos involuntarios, como el síndrome de piernas inquietas.

4.   Inflamación sistémica: Procesos inflamatorios, incluso leves, pueden afectar la calidad del sueño (p. ej. en cuadros virales o digestivos).

5.   Problemas respiratorios: Como apnea del sueño no diagnosticada o congestión nasal crónica.

6.   Deficiencias nutricionales: Especialmente de magnesio, vitamina D, complejo B y triptófano.

7.   Consumo de sustancias: Estimulantes (cafeína, nicotina), alcohol (aunque induce sueño, fragmenta el descanso).

8.   Dolor o molestias físicas: Aunque leves, interfieren con el sueño profundo.

 

Causas psicológicas frecuentes de insomnio o sueño liviano

1.   Estrés agudo o crónico: Uno de los principales enemigos del sueño. Incluso preocupaciones sutiles pueden activar el sistema nervioso simpático.

2.   Ansiedad anticipatoria: Pensamientos repetitivos sobre el futuro, listas de tareas pendientes o miedos difusos.

3.   Depresión o distimia: Alteran la arquitectura del sueño, reduciendo el sueño profundo y provocando despertares nocturnos.

4.   Sobrecarga cognitiva antes de dormir: Uso de pantallas, lectura de noticias, trabajo intelectual o emocional.

5.   Inseguridad existencial o emocional: Sentimientos de soledad, vacío, desprotección o desconexión espiritual.

6.   Falta de transición emocional: Pasar directamente del estrés diurno a la cama sin ritual de cierre.

7.   Patrones de pensamiento disfuncionales: "Si no duermo bien hoy, mañana será un desastre", lo cual aumenta la tensión.

8.   Condicionamiento negativo al entorno: Asociar la cama con frustración, ansiedad o vigilia, generando una respuesta automática de alerta.

 


 

Ocho consejos para dormir más rápido (conciliar el sueño con facilidad)

1.   Establece una rutina nocturna fija: Dormirse siempre a la misma hora, incluso los fines de semana, ayuda al cerebro a identificar el momento de “apagarse”.

2.   Evita pantallas 1-2 horas antes de dormir: La luz azul inhibe la producción de melatonina.

3.   Crea una “zona de transición”: Dedica 20-30 minutos antes de dormir a actividades tranquilas (leer, meditar, tomar una infusión relajante).

4.   Evita comidas pesadas y cafeína desde media tarde: El sistema digestivo activo impide que el cuerpo entre en modo descanso.

5.   Haz respiraciones lentas y profundas al acostarte: Técnicas como la 4-7-8 o simplemente respiración diafragmática calman el sistema nervioso.

6.   Reduce la temperatura del dormitorio: El cuerpo se duerme más fácilmente en ambientes frescos (18-21 °C).

7.   Escribe antes de acostarte: Un “diario de preocupaciones” libera la mente y disminuye la rumiación nocturna.

8.   Asocia la cama exclusivamente con dormir: Evita trabajar, mirar TV o discutir en ella.

 

Ocho consejos para mejorar el sueño profundo y reparador

1.   Exponte a la luz natural en la mañana: Esto regula tu reloj biológico y favorece la liberación nocturna de melatonina.

2.   Haz ejercicio regular (pero no muy tarde): Mejora la calidad del sueño, sobre todo el sueño profundo (NREM), pero evita ejercitarte intensamente antes de dormir.

3.   Asegura ingestas adecuadas de magnesio y triptófano: Presentes en nueces, banano, legumbres, avena y chocolate amargo.

4.   Evita el alcohol por la noche: Aunque te hace dormir rápido, interfiere con las fases de sueño profundo.

5.   Medita o practica relajación guiada: Ayuda a entrar en ondas cerebrales más lentas (alfa y theta), que preceden al sueño profundo.

6.   Haz tu habitación un santuario del sueño: Oscuridad total, silencio o sonido blanco, temperatura adecuada y sin aparatos electrónicos visibles.

7.   Usa aromaterapia relajante: Lavanda, manzanilla o vetiver pueden inducir un estado de calma fisiológica.

8.   Haz una revisión emocional al final del día: Agradece, suelta y perdona. El cerebro procesa y “archiva” mejor cuando no se lleva pendientes emocionales a la cama.

 

Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica y psicológica esencial. Cuando el cuerpo no duerme bien, la mente se resiente. Y cuando la mente no está en paz, el cuerpo no descansa. El sueño es un reflejo de nuestra salud integral.


Buenas noches.

Yamil

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