Alimentos inflamatorios, ¿cómo sabemos si estamos inflamados?
Yamil Brenes
Coach Internacional en Rendimiento Deportivo, Salud, Longevidad y Trabajo Mental
Nota: al aportarte este artículo no pretendo sustituir el asesoramiento de un profesional en nutrición, ni tampoco la asesoría médica, siempre mi consejo para ti, será tener una guía profesional en nutrición y una guía médica, te enfatizo que mi idea no es suplantar estos 2 profesionales, sino aportarte información para que puedas tomar mejores decisiones sobre el tema.
¿Cómo sabemos si estamos inflamados?
La inflamación no siempre se nota desde afuera.
Muchas veces ocurre
en silencio dentro del organismo, afectando el metabolismo, la energía y la recuperación del cuerpo.
Algunos signos y síntomas comunes de inflamación son:
1. Cansancio o pesadez constante, aunque se haya dormido bien.
2. Dificultad para recuperarse después del entrenamiento.
3. Dolor muscular o articular persistente.
4. Hinchazón abdominal, gases o digestiones lentas.
5. Retención de líquidos o sensación de “hinchazón general”.
6. Cambios de humor, irritabilidad o niebla mental.
7. Problemas en la piel (acné, enrojecimiento, eczema).
8. Aumento de grasa abdominal o dificultad para perder peso.
A nivel de salud, la inflamación puede confirmarse con análisis de sangre que midan marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva (PCR), la ferritina o la homocisteína. Pero en la práctica diaria, nuestro cuerpo suele dar señales claras si aprendemos a escucharlo.
2. Lista de alimentos inflamatorios
Hay alimentos que, al ser consumidos con frecuencia, activan una respuesta inflamatoria interna. Los más importantes son:
1. Azúcares refinados: bebidas gaseosas, dulces, pasteles, jugos industriales.
2. Harinas blancas y productos ultraprocesados: pan blanco, pasta, galletas, snacks, cereales industriales.
3. Grasas trans y aceites vegetales refinados: margarina, comida rápida, frituras, productos con aceite de soya, maíz o canola refinado.
4. Lácteos procesados y embutidos: queso fundido, salchichas, jamones industriales, tocino.
5. Exceso de carne roja o muy procesada: carnes fritas, hamburguesas, embutidos.
6. Alcohol y bebidas energéticas.
7. Alimentos con aditivos químicos: colorantes, conservantes, saborizantes artificiales.
Estos productos alteran la microbiota intestinal, generan radicales libres y afectan directamente la respuesta inmunológica del cuerpo.
3. ¿Cómo y por qué nos dañan?
Estos alimentos nos dañan porque provocan un estado de inflamación crónica de bajo grado. Es decir, el cuerpo reacciona como si estuviera “defendiéndose” constantemente, incluso sin una infección real.
A nivel de salud, esto ocurre porque:
1. Aumentan el estrés oxidativo: generan radicales libres que dañan las células y aceleran el envejecimiento.
2. Afectan el intestino: dañan la barrera intestinal, permitiendo que pasen toxinas al torrente sanguíneo (“intestino permeable”).
3. Desbalancean las hormonas y el azúcar en sangre: provocando picos de insulina, ansiedad y acumulación de grasa abdominal.
4. Debilitan el sistema inmunológico: lo mantienen en estado de alerta constante, reduciendo la capacidad de recuperación.
5. Interfieren con la reparación muscular: el cuerpo inflamado se repara más lento, se lesiona con más facilidad y rinde menos.
6. En resumen:
cuando comemos alimentos inflamatorios, el cuerpo deja de trabajar a favor del rendimiento y empieza a defenderse.
Por eso, aprender a identificar y reducir estos alimentos es una decisión clave para mejorar la energía, la recuperación y la salud a largo plazo.
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